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Y por eso digo que la
fortuna del hombre...
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...es inalterable.
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Sólo porque fuimos evacuados
el último día de la guerra,
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...mi suegro murió cerca de Aoli.
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Incluso mi hijo menor, Mori,
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...contrajo la enfermedad
a través de la leche de su madre.
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Actúe en la Calle Bingang
hasta bien entrada la noche.
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Cuando llegué a casa,
encontré a mi mujer llorando.
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Le pregunté por qué lloraba.
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Me contó que Mori murió al atardecer.
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Yo dije, "Ese era su destino".
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"Él no quería continuar
comiendo con nosotros...
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...así que se ha ido.
¿Qué puedes hacer por ello?"
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Entonces compré unas tablas...
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...y las clavé formando un ataúd.
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Le pedimos a un sacerdote taoísta
que le enterrase...
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...para que así pudiese
tener un rápido renacimiento.
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Continué actuando en
la Calle Bingang.
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Gente de Duadiudia y Manga
vino a verme actuar.
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Pero no pude dejar
la Calle Bingang.
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Un día, cuando me disponía a actuar....
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...vi un denso humo negro
procedente de un aeropuerto cercano.
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Toda la vecindad estaba
hablando de ello.
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Fui a echar un vistazo.
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Algunas personas estaban
golpeando a los soldados japoneses.
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Los japoneses estaban escupiendo sangre.
Les pregunté por qué estaban siendo golpeados.
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Me contaron lo crueles
que eran los golpeados.
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Habían acumulado cientos
de sacos de arroz.
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Si hubiesen distribuido el arroz...
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...habrían sido héroes
en el vecindario.
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Pero no lo hicieron. En su lugar,
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...juntaron todo el arroz
y lo prendieron fuego.