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Entonces, literalmente lo mató la bebida.
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- ¡Qué tragedia!
- Sí.
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Oh, pero era un buen hombre, en serio.
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Era un santo.
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A pesar de todos sus defectos, querida,
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Siempre digo: un esposo imperfecto
es mejor que ninguno.
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- ¿Quién necesita un esposo cuando te tengo a tí?
- Seguro que no lo dices en serio.
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- Bueno...
- ¡Oh, eres tan dulce!
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No te puedes imaginar lo que fue
cuando recién me casé con Daniel.
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Cuéntame, querida. ¿Qué tan feo
fue vivir con ese hombre durante 14 años?
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Bueno, al principio, nada.
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Era tan... romántico.
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- Tan apasionado.
- ¿Sí?
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Suena como todo un semental, querida.
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Espero no ser un poco ruda, pero...
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¿Cómo era... tú sabes...
en la escala del 1 al 10?
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Oh, bueno. En ese sentido
siempre fue...
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Bien.
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¿Sólo bien?
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Seguro él era un Casanova
comparado con mi pobre Winston.
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- ¿Cuál fue el problema con Winston?
- Oh, querida.
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Winston simpre fue de la idea del juego previo,
"Querida, agárrate."
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Daniel era tan espontáneo y tan enérgico.
Estaba enamorada.
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¿En serio?
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Era todo tan organizado,
tan programado.
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Eso me gusta, creo.
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Pero Daniel era tan diferente.
Y gracioso. Siempre me hacía reir.
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Siempre digo: la clave
para un buen matrimonio es la risa.
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Pero pasaron los años,
y las cosas dejaron de ser graciosas.
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- ¿Por qué?
- Yo trabajaba todo el tiempo.
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Él tenía 2 trabajos.
Y yo dificilmente veía a los chicos.
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Y cuando volvía a casa,
algo malo pasaba.