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a pensar por sí mismos.
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Están aquí...
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para aprender a pensar
por sus pacientes.
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Por lo tanto, deben aprender,
en primer lugar...
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a someterse a sí mismos...
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a las leyes establecidas...
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de la realidad tísica.
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Pero sin duda...
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no va a desdeñar
entoques más filosóficos.
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¿Filosóficos?
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Que excitan la imaginación
y el intelecto...
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como el de Paracelso.
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Paracelso.
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Un suizo tonto y arrogante.
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Alberto Magno.
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Sus tonterías tueron retutadas...
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hace 500 años.
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Cornelio Agripa.
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Un hechicero, un ocultista.
¿Quién es usted?
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Víctor Frankenstein, señor...
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de Ginebra.
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¡Otro suizo!
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Sr. Frankenstein...
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aquí, en la Universidad
de lngolstadt, enseñamos...
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e incluso esperamos lograr
avances en la medicina...
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Ia química, la biología
y la física.
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Estudiamos ciencias exactas.
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Sin duda los avances más grandes
se darían al combinar estas cosas.
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¡No estudiamos los desvaríos
de locos y alquimistas...
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que llevan siglos
en la tumba porque...
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esa especie...
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de especulación tanática,
tantástica, de aficionados...
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no sana cuerpos ni salva vidas!
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¡Sólo la ciencia puede hacer eso!
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Ahora, ¿tenemos su permiso...
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para continuar?
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- Qué lindo abrigo.
- Gracias.
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No te sientas mal. A Krempe
no le gusta que lo humillen.
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-¡Yo no estoy loco!
- Claro que no.
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Es más, eso es
lo que una persona racional...
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Ie diría a un desconocido.