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el cuál ha acechado
a mi sobrina.
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¿ Y qué le ha dicho?
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¡Metáforas!
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-¿ Y bien?
-Pues resulta
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que me ha puesto a la chica
más caliente que una estufa.
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¡Un hombre cuyo único capital
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son los hongos que tiene
entre los dedos!
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Y aunque tenga bichos
en los pies,
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con la boca sabe decir
cosas que hechizan.
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-¡No!
-Sí.
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Empezó de manera inocente,
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diciéndole que su sonrisa
era como una mariposa.
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Pero ahora le dice
que sus pechos
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son como un fuego
de dos llamas.
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¿Pero... Vd. cree que...
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esa imagen es sólo una imagen,
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o que por el contrario
la haya...
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Sí, mucho me temo que
los haya tocado con la mano.
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Lea esto. Lo llevaba
en el sujetador.
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¡Ah! ''Desnuda...
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bella como...
Desnuda eres delicada
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como... las noches
en la isla...
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Estrellas en tu pelo...''
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¡Es bonita!
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¿Esto quiere decir que ha visto
desnuda a mi sobrina?
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No, no, señora Rosa.
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No hay nada aquí que pueda llevarnos
a semejante conclusión.
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No, la poesía no miente.
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Mi sobrina desnuda
es tal como la ha descrito él.
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Así que hágame el favor de decirle
al Mario Ruoppolo ese
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que tanto ha aprendido de Vd.,
que no vuelva a ver
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ni hoy ni nunca más en la vida
a mi sobrina.
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Y dígale también,
que si lo hace,
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un escopetazo
no se lo quita nadie.