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¡Oh, mi guerrera hermosa!
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¡Otelo mío!
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Grande cual mi contento es
mi sorpresa al verte aquí tan pronto.
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¡Oh, dicha mía!
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Me falta aliento para dicha tanta.
Me roba el habla:
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Es por demás mi gozo.
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¡Nuevas, amigos!
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No hay guerra ya,
los turcos perecieron.
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La airada tempestad vio naufragar...
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...la mayor parte de su armada.
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Digno Montano.
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A mis antiguos camaradas,
¿qué tal les va?
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Tendrás en Chipre buena acogida.
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Gran merced me hicieron.
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¡Estáis aún bien templados!
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Pero aflojaré las llaves que templan
esta música honrado y todo.