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...que en sueños me impulsaba...
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...la muerte al mundo dar...
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...por una hora de vida
en tu dulcísimo regazo.
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El desprecio no muestres
en tus labios.
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Besos, señora...
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...no el desdén les cuadra.
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Ya que tu duro corazón no cede...
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...ten, mi espada...
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...si su acerada punta...
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...en mi pecho leal clavar deseas...
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...y dar salida al alma que te adora...
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...la estocada mortal desnudo guarda...
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...que de hinojos la muerte
humilde pido.
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No, no te pares.
Yo he matado a Enrique...
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...pero me indujo tu beldad a ello.
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Termina ya.
Yo asesiné a Eduardo.
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Tu celestial semblante me impelía.
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Alza esa espada o álzame del suelo.
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Tu verdugo no quiero ser
aunque tu muerte ansíe.
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Pues dime que me mate, y hecho queda.
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- Lo hice ya.
- Mas ciega fue tu furia.