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Me molesta haber sido sorprendida
en mis obras de caridad.
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Prueba de buen corazón.
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Y de discreción.
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Me atribuyen ingenio, pero poco corazón.
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Vos juzgaréis.
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¿Os interesan el arte y la técnica?
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Desde que habéis entrado.
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Habladme del proyecto que os preocupa.
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En mi tierra, la arcilla
impide que el agua se infiltre
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de forma que...
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¡Cuánto barro en mi salón!
¿Y estas nuevas máquinas?
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El rey, que le encantan,
os hablará mejor que yo.
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El caso es que me hable.
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Hay miserias en todas partes.
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Me voy. Ya he abusado demasiado.
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Sólo se abusa cuando se es ingrato.
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Sentáos.
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Y hablemos.
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Se dice que la Srta. de
Bellegarde es encantadora.
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Pero nadie la ve.
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Un tête-à-tête es más
embarazosa que escandaloso.
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Me juzgáis mal...
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pues en mí están luchando
el respeto que os debo...
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y el deseo que me inspiráis.
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¡Sois tan primitivo!
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¿Dónde está el hombre de ingenio?
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¿Qué ha sido de vuestra oportunidad?
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No seáis cruel.
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En otra ocasión, me hubiese sentido
halagada por vuestros tiernos propósitos
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Es cierto que mi dormitorio
conduce a los salones del rey.
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¡Me ofendéis!
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Dejad de lado vuestro orgullo.
Aceptad que os guíen.
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Disimulad mejor vuestro disimulo.