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Llamo a esto
mi pequeño mausoleo, David.
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Liszt--con verrugas y todo.
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Hicieron esto
después de morir.
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Pobre Franz.
Muerto como un pilar.
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Todavía se pueden encontrar
a la orilla del río.
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Bastante barato.
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Tengo a Rachmaninov
en algún sitio por aquí.
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Magníficos dedos.
Tan viriles.
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Sabes...
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una vez toqué para él
el Concierto No. 3.
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Sí. Dijo que podía oírse
a sí mismo en mi música.
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Dijo que parecía como
si hubiera tocado su alma.
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¿Eso no estuvo mal, verdad?
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-No, en absoluto, profesor.
-Ahora es tu turno, David.
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Recuerda. Una vez que lo hagas
nadie puede quitártelo.
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Y debes tocar como
si no hubiera mañana.