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¿Hablaste últimamente con Nicolás?
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Sí, ¿por qué?
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Me preocupa.
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Ha dejado de confiar en mí.
Está equivocando el camino.
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- Nicolás cambió...
- ¡Nicolás es todo lo que quieras decir!
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¿No estás preocupada por mí?
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Antes hablamos acerca de David...
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Sólo importa tu querido hijo!
No te interesas por mí.
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Nunca lo has hecho.
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Los amo por igual.
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Siempre dices lo mismo.
Para convencerte a tí misma.
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¡Eso significa nada!
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Por supuesto que sí.
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Nunca hice distinción alguna entre ustedes dos.
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Los tratamos del mismo modo.
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Puras palabras. Me hacés disgustar.
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Eso, eso, querida.
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Te quiero tanto como a Nicolás.
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Papá también.
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¡Mi papá... ese maricón!
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Qué dices, Sophie!?
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Parece que disfrutás insultándonos.
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Sabes que tu padre no es homosexual.
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Tú eres la prueba viviente de eso!
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Sólo porque te haya tocado
dos veces, por un rato.
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¡Cállate! ¡Estás llena de veneno!
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¡El veneno de la verdad!
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Querido, tenemos que hablar.
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Probablemente hayas notado
que los chicos no están bien.
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La juventud debe sembrar sus semillas salvajes.
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Sí, ¿pero eso incluye ser un homosexual
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y practicar el sadomasoquismo?
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Déjalo pasar...
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Tú crees que es normal
que tu hijo deje la escuela
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para tener orgías en casa?
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Escucha, querida, estás cansada.