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¡Padre estaba furioso!
¡Siempre me metías en apuros!
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Pero no obstante...
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...siempre estabas ahí...
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...para sacarme
de los problemas también.
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¿Por qué no pueden ser
las cosas como eran antes?
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Padre...
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...está muy oscuro.
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Tengo miedo.
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¿Qué hace él aquí?
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¿No es el hombre
que hizo todo esto?
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Sí.
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Pero uno debe preguntarse...
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...¿por qué?
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Porque ningún reino debe levantarse
sobre las espaldas de los esclavos.
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Tu terquedad está haciendo
sufrir así a Egipto.
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Podrías detener todo
si dejaras libres a los hebreos.
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A mí nadie me da órdenes
ni me amenaza.
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Yo soy la estrella de la mañana
y de la tarde. Yo soy el Faraón.
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Viene otra cosa,
algo mucho peor que lo anterior.
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Por favor.
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Deja tu desprecio por la vida antes
de que destruya todo lo que estimas.
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¡Piensa en tu hijo!
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Eso hago. Ustedes, los hebreos,
han sido un gran problema.
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Mi padre sabía exactamente
cómo lidiar con tu pueblo.
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¡Ramsés!
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Y es hora de que
yo termine su labor.
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¡Y se oirá un gran estruendo
en todo Egipto...
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...como nunca se había oído
y nunca se oirá!