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Siempre consideraba con una cierta aprehensión
el contacto con un nuevo cliente
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Había diferentes seres humanos,
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organizados en una estructura dada
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a cuya frecuentación iba haber que habituarse
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¿El despacho 317, por favor?
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Segundo piso, pasillo de la derecha
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La escalera esta detrás suyo, señor
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Por supuesto la experiencia me había enseñado
que la gente que debía encontrar
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era, sino idéntica,
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Al menos muy similares en sus costumbres, sus opiniones
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sus gustos...
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Su manera general de abordar la vida
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No había pues teóricamente nada que temer
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sobretodo porque el carácter profesional del encuentro garantizaba en principio su inocuidad
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¿Puedo ayudarle?
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Tenía una cita con Catherine Lechardois
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No sé si esta aquí
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En todo caso si que estaba esta mañana
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Espérela en su despacho si quiere
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Sin embargo, ya había tenido la oportunidad de darme cuenta que los seres humanos
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se empeñan en singularizarse con sutiles y desagradables variaciones,
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defectos
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rasgos de carácter, etcétera
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Probablemente con el fin de obligar a sus interlocutores
a tratarlos como individuos de pleno derecho
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Así, a uno le gustará el tenis
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al otro le tentará la equitación