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Pero lo que más hiere mi espíritu...
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es mi dulce Lavinia...
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más querida que mi alma.
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Amada hija.
Déjame besar tus labios.
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Hazme saber cómo puedo aliviar tu dolor.
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¿ Quieres que tu tío,
tu hermano Lucio, tú y yo...
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nos sentemos a mirar el reflejo
de nuestras mejillas...
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manchadas como la pradera
tras la inundación?
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¿O que nos cortemos las manos como tú?
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¿O la lengua, y que pasemos el resto de
la vida... haciendo tristes signos mudos?
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¿ Qué debemos hacer?
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Nosotros, que aún tenemos lengua,
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pensemos cómo podemos
asombrar al porvenir.
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Tito Andrónico,
el emperador manda a decir
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que si amas a tus hijos permitas
que Marco, Lucio o quien tú digas
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corte tu mano y se la envíe.