Into the Arms of Strangers: Stories of the Kindertransport
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Sabía que había que hacer algo.
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La decisión fue ir...
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a lnglaterra a trabajar...
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como criada, porque los ingleses
cogerían a mujeres jóvenes...

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que no afectaran al mercado de trabajo.
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EI pIan era: eIIa iría primero. Intentaría...
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sacarnos a mí y a mi padre.
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Ésta es la época en la que recuerdo...
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que no había conversaciones entre adultos,
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salvo sobre cómo salir de Viena.
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Es interesante, pues ahora nos preguntan:
"¿Cómo es que no os fuisteis?"

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Y cuando pienso Io que significaba saIir,
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Io imposibIe que era saIir.
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VISADOS
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Primero, había que tener un garante...
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en el país al que se fuera.
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Alguien que prometiera que no ibas
a resultar una carga para el gobierno.

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Había que conseguir un visado
de asuntos exteriores...

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o del gobierno para que te admitieran.
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Luego había que conseguir
un permiso de salida de los nazis.

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Todo esto tenía que ir junto.
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Y tenían un cierto periodo de vigencia
tras el que caducaban.

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Había que solicitar todo esto a la vez
para que estuviera listo.

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Y casi nunca ocurría.
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Lo más difícil era
encontrar un país al que ir.

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Los posibles países eran:
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Argentina, Uruguay, Paraguay, Venezuela...
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Shanghai, Cuba, República Dominicana.
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Recuerdo haber ido con mi padre
al consulado americano.

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Había una cola
que daba la vuelta al bloque,

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subía por las escaleras...
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y daba la vuelta a la sala.
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Estamos ahora
a finales del verano de 1938.

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LIegué a Estados Unidos
eI 1 de mayo de 1951 .

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Teníamos un permiso...
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de 13 años.
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En cuanto las tropas alemanas
entraron en Austria,

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Hitler reclamó la anexión
de los Sudetes en Checoslovaquia.


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