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que esta vez va mal.
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Intento no pensarlo.
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¿Luchaste en la guerra del 67?
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Los dos últimos días
me enviaron al Sinaí.
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Pero eran tiempos distintos.
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Reinaba una especie de euforia,
la del triunfo.
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Claro que tuvimos bajas,
pero no tantas.
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En esa época,
yo estaba en Bélgica.
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Trabajaba en un hospital.
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Para mí, un herido
sigue siendo un herido,
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sea cual sea la guerra.
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Mi guerra es mandarlos
a sus casas.
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¿No querías ser
piloto de combate?
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No. Mi padre y mi hermano
lo fueron.
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Es una tradición familiar
ser piloto, servir.
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Pero hace falta un instinto
que yo no tengo.
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No lo entiendo. ¿Qué instinto?
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¿Cómo te lo explicaría?
Un instinto de cazador.
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¿De cazador?
¿Qué quieres decir?
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Un instinto asesino.
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¿Eso es lo que hace falta
para ser piloto de combate?
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En mi casa siempre dicen
peores pilotos
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o uno de los tres mejores.
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Los tres peores,
entenderás por qué.
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Y los mejores acaban
por olvidar la prudencia.