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-¿Qué ha pasado?
-Es un sombrero francés.
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¡Las sábanas manchadas!
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¡Qué vergüenza!
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-¿Me las puedo quedar?
-¡Dame eso, cochina!
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¡Y vosotros qué miráis!
¡Largo! ¡Fuera!
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¿Adónde vas tú, cerdo?
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-¡Degenerado!
-Pero, ¿qué he hecho?
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Te prohíbo sentarte a la mesa
con nosotros. ¿Está claro?
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-¡Contesta!
-Sí, sí.
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No les dirigirás la palabra
a tus hermanas.
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¡Enciérrame
y verás lo que es bueno!
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Y no saldrás hasta que te lo diga.
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Hijo mío, por lo menos el caldo.
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Pietro, lleva tres días sin comer.
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En la Unión Soviética
no comen nunca.
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¿Qué es esta asquerosidad?
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Son algarrobas.
Dicen que se parece al café.
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Y yo me parezco a Vittorio De Sica.
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Todo lo que hay da asco.
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Mira los forros de los bolsillos.
¡Siempre están agujereados!
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Este hilo autárquico
no retiene los puntos.
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La autarquía no tiene nada que ver.
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El cerdo recita a Petrarca
y juega a cinco contra uno.
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No te entiendo.
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¿Lo entiendes ahora?
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¡Mejor! No los zurzas,
ciérraselos.
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¿Qué hará sin bolsillos?
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Se las arreglará
y ganará en salud.
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¡Luz!
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"... en más tranquila fosa,
dejaría su carne fatigosa."
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-¿Se ha vuelto loco?
-Creo que se ha quedado ciego.
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"... cuando al trabajo femenil
atenta, te sentabas..."
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"... contenta, del dulce porvenir
que presentías".