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Recuerdo este traje muy bien.
Es de tu padre.
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Lo hice en el año 23
y está como nuevo.
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Sólo lo llevó en su boda y ahora
lo guarda para su funeral.
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Si le entierran con este traje,
irá directo al cielo.
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-Mi padre aún es joven.
-Y tú también para pantalones largos.
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No le he pedido su opinión.
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-¿Tu padre está de acuerdo?
-Pues claro.
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¡Ladrón! ¡Desgraciado!
¡Señor Renato Amoroso!
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¡Ven aquí!
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¿Crees que no sé
que no has ido a la escuela?
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¿Quién no lo ha hecho a tu edad?
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¡Apártate!
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Y dejas que tus amigos te peguen.
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Me es igual.
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¡Cuando yo tenía tu edad,
yo pegaba a mis amigos!
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Pero robarle los pantalones
a tu padre
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y arreglártelos para ti,
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eso sí que no.
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Pero, papá, tú no lo entiendes.
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¿Entender?
¡No me hables de tú, ladrón!
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Me da vergüenza llevar
pantalones cortos.
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¿Y los calzones?
Son casi pantalones largos.
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¡Basta! ¡Es un niño!
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Le diré al secretario del partido
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que no me dejas ir a
los ejercicios fascistas.
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Hagamos un trato:
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El día que alguien aplaste
el cráneo del Duce,
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entonces tendrás pantalones largos.
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¡Júralo!
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Una mujer tan guapa y joven,
¿cómo va a estar sin...?
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-¿De quién habla?
-Malèna Scordia, la hija del sordo.
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Debe tener a alguien, seguro.
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-¡El quince!
-Yo.
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Caballero...
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Incluso antes de casarse...
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dos semanas después,
el marido se va a la guerra.