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Verás que incluso esas sábanas,
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como todo en nuestra casa,
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hasta esas ropas tan bien lavadas,
blancas y dobladas, todo, Pedro.
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¡Todo en nuestra casa...
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estaba completamente impregnado
de la palabra de nuestro padre!
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Era él,
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era nuestro padre quien siempre
decía:
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Hay que comenzar con la verdad
y acabar con la verdad.
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Mira mis brazos.
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Mira.
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Mira.
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Pero era él también,
era él quien decía,
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probablemente sin saber
qué estaba diciendo,
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y sin saber a ciencia cierta...
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el uso que uno de nosotros
podría darle un día.
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Mira el vigor del árbol
que crece aislado...
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y la sombra que le da
al rebaño.
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Los salegares,
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los vastos salegares aislados
en la inmensidad de los pastos,
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tan lisos por tantas lenguas.
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Allí donde el ganado
va a buscar la sal...