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Vivo.
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Como Ios mercenarios de Roma...
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sigues IIevando la capa
sobre el hombro derecho.
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Debo llevarte de vuelta.
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¿Es eI Vercingetórix elocuente
el que trata de convencerme...
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o el jefe de grandes guerreros
quien quiere llevarme a la fuerza?
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Podríamos hablar. Siempre estamos
a tiempo de pelear a muerte.
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¿Qué orden de César vienes a
ejecutar, montado sobre su caballo?
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Llevarte de vuelta para que te
juzguen según nuestras leyes.
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Tu hermano lo exigió.
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Os lo agradezco.
Me alegra mucho...
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ver cómo me condenan mis propios
hermanos en el campamento de César.
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Si no vuelves...
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los rehenes eduos serán ejecutados,
y taI vez también otros.
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No, no.
Pero, ¿qué dices?
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Aunque estuviera furioso,
y debe de estarlo...
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César nunca
mataría a sus rehenes.
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¿Qué galo se embarcaría hacia
Britania si él matara a sus hijos?
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.No los matará.
.¿Y qué hacemos ahora?
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He pensado ofrecerte mi caballo...
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para que, juntos, vayamos
a vengar la muerte de tu padre.
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¿Nunca te has preguntado...
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quién enfrentó a eduos contra eduos,
y a arvernos contra arvernos?
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¿Quién se benefició más
de la muerte de Celtill?