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¿Marine Laffite?
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¿Es usted Marine Laffite?
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¿Qué quieres?
-No tengo tiempo para cortesías.
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Soy periodista. Investigo la
muerte de Vidocq.
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Vidocq fue asesinado...
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¿Por qué se ríe?
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Porque fue culpa mía.
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¿Por qué?
-¿Es que no lo entiendes?
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¿No entiendes que fui yo quien
le arrojó en brazos del monstruo?
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¿Qué monstruo? Dígamelo.
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¿Cúando vio a Vidocq por última vez?
-Hace dos días.
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En mi salón.
-Continúe.
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¿Quieres morir?
-Quiero saber lo que pasó.
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Primero mi dosis
-No.
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¿Quién manda aquí?
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Ya vienen... Ya vienen.
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Cuéntemelo.
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Todo empezó con Ernest. Y su locura.
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La locura de alguien
que se ama a sí mismo.
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Y que no quiere envejecer.
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Ese es otro modo de verlo.
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Su marido era un dandy y un
pervertido. Comerciaba con vírgenes.
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Silencio. No sabes nada.
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Ernest cuidaba su apariencia
como si fuera una obra de arte.
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Se veía a sí mismo como una obra de arte.
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Pero la edad cumplió su cometido.
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No hablaba de otra cosa. Ya ni
siquiera se percataba de mi presencia.
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Solo sus arrugas y
su piel importaban.
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Todas esas cosas que acabaron destruyéndolo.
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Cada noche se reunía con los otros dos.
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¿Belmont y Veraldi?
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Una noche le seguí