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Te escribí, ¿qué, veinte veces?
Pero ni cuando murió mamá contestaste.
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- No tenía dinero para enterrarla.
- No me culpes. Yo no la maté.
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No, te ayudaron.
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No digas estupideces.
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¿Qué quieres? ¿Dinero?
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Quería que Gracie conociera a su abuelo.
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Hola.
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Y sí, necesitamos dinero para sobrevivir.
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Mira, preciosa.
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Entre 1968 y 1972, tuve 5 hijos. Quizá más.
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La mitad de mis empleados podrían ser
mis hijos. Aquí se lo toman a broma.
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¿Cómo te vas a sentir si un día te enteras
que tu hija está muerta?
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¿Y que no hiciste nada por ayudarla?
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Eres buena. Y la niña es conmovedora.
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Pero ya han venido otras
desde que salió el artículo en "Fortune".
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Así que te daré lo mismo que les di a esas tres.
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Seis dólares. Lo suficiente para comprar
un sándwich. Pero a ti te voy a dar $12.
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Cómprale un sándwich a la niña también.
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Creo que esto era tuyo, originalmente.
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Empéñalo, si tanta falta te hace el dinero.
Seguro que vale más de $12.
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Mami, no llores.
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Por favor no llores.