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Esta Bellini empieza a parecer
una verdadera Kapuchnick.
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¡Cuida lo que dices!
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¿Estás loco?
¿Quieres darnos mala suerte?
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- ¿Adónde vas?
- A trabajar.
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¿Podemos hacerlo
siendo sólo cuatro?
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A esta altura,
no me importa.
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Un momento.
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Calmémonos y pensemos bien.
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¿Pensar bien? Estás aquí
con un cuchillo de carnicero.
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Hola.
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- ¡La chica, está aquí!
- ¿Quién?
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- La mucama. ¡Por la ventana!
- ¡Dios mío!
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- No saldré.
- Es la única forma. Ve.
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¡No hay dónde ir
mas que abajo!
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¡Dios mío!
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- Carmela.
- ¿Pero?
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Qué sorpresa.
¿Cómo encontraste...?
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¿Cómo supiste dónde encontrarme?
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- ¿Es tu casa?
- No, demasiado modesta para mí.
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Es la casa de mi hermano.
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Mi hermano Mico.
Es artista. Le gusta la miseria.
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- Hola, Mico. Soy Carmela.
- Hola, joven mujer.
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Te daría la mano,
pero estoy revisando botellas.
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¿Qué pasa?
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Temo a...
Temo a las alturas.
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Quería decirte algo.
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Esta noche renuncié a las viejitas.
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- Encontrarás otro empleo.
- Te habrías enorgullecido.
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Nunca te conté, pero eran
muy malas conmigo.
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Las cosas que me hacían hacer.
Tenían incontinencia.