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- Ah, Ramsley. Es usted.
- ¿Puedo ayudarle en algo?
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Sí. Estaba buscando a mi esposo.
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Por supuesto.
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Lo dejé en la biblioteca.
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Por ahí mismo.
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Cariño, es tarde. Ya no peleemos más.
Ven a la cama.
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Lo siento.
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- Creí que era mi esposo.
- Déjeme ayudarle.
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Ramsley detesta las cosas tiradas.
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Sí, parece un poco formal.
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Da esa impresión a la mayoría.
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Una vez que llega a conocerlo,
uno se da cuenta que no es así.
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Él es...
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Es muy dulce.
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Gracias.
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Ha sido como un padre para mí.
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Sr. Gracey... ¿puedo preguntarle algo?
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Sí, por supuesto. Lo que sea.
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Hace generaciones que su familia
es dueña de esta casa.
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Es su hogar.
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¿Por qué quiere venderla?
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Estas paredes están llenas...
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...de muchísimos recuerdos...
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...algunos de ellos... dolorosos.
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Creo que para que entienda,
en realidad debo enseñarle.
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No se preocupe.
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No hay nada que temer.
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Aunque haya perdido un poquito
de su magnificencia original...
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...en una época esta casa estaba
llena de muchas cosas.
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Muchísima vida.
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Fiestas grandiosas. Bailes. Risas.
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Y, más que nada, esperanza.
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Ser un Gracey significaba que nada
se nos negaba.
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- El mundo era nuestro.
- ¿Qué sucedió aquí, Sr. Gracey?
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- Ella sucedió.
- ¿Quién?
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Elizabeth.
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La historia de ella es la que acecha
estas paredes.