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Muévete.
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¡Vaya, mírenlo!
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Mira esa barba.
Pareces un hombre de verdad.
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- Pero estás muy delgado.
- Correr es un buen ejercicio.
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¡Es un buen ejercicio!
Tiene gracia. ¿Lo oyeron?
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¡Corrió como alma que lleva el diablo!
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¡Me encanta, de veras!
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¿Sabes? No hay suficientes aspirinas
que curen un dolor de cabeza como tú.
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Bueno, probablemente sí las haya,
pero comprendo lo que quieres decir.
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Pues me alegro,
porque así comprenderás...
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por qué vas a hacer
ese viaje de regreso a Chicago, ¿eh?
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En realidad,
eso no lo comprendo del todo.
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- Ah, sigues haciéndote el listo.
- No soy tan listo, papá.
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- No sabía que ella estaba casada.
- Pues lo estaba.
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Estaba muy casada.
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¿ Y tú por qué tardaste tanto?
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- Tu hijo me dio muchos problemas, Billy.
- ¿ÉI?
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- ¡No!
- Sí, sí.
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Pero sí lo traje por esa puerta,
como acordamos.