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Él sí.
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Dios mío.
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- Me siento como una idiota.
- Coquetear es un ritual aquí. Disfrútalo.
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Prueba esto. Está delicioso.
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- ¿Cómo lo haces?
- ¿Cómo hago qué?
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Esto.
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Los sombreros me hacen feliz.
El helado también.
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El helado me cambió el destino.
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Fue por el helado que mi adorado
Fefè me descubrió.
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¿Quién?
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- ¡Federico, querida!
- ¿Fellini?
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Me descubrió en la Piazza Navona
cuando estaba con mis padres
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comiendo un helado.
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Lo estaba devorando, me caía
por el mentón porque tenía hambre.
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"¿Te gusta el helado?", me preguntó.
No sabía quién era. ¡Yo tenía 16 años!
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"Eres mi imaginación
hecha realidad", me dijo.
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No sólo era un gran director,
daba grandes consejos.
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Estoy escuchando.
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Fefè dijo que tienes
que vivir esféricamente,
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en muchas direcciones.
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Nunca pierdas tu entusiasmo infantil
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y las oportunidades te llegarán.
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Ahora recibo consejos póstumos
de Il Maestro.
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Traté de seguirlos arrancando hiedra
esféricamente y con entusiasmo infantil.
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Dios mío.
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Aquí no hay nada.
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Nada.