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¡Sikander! ¡Sikander!
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Imaginaos las mentes
que concibieron esto.
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Con arquitectos e ingenieros así
construiríamos ciudades sólo soñadas.
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Aristóteles
podía llamarlos bárbaros,
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pero él no había visto
Babilonia.
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Tenemos oro para mantener
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otras tres generaciones
de ejércitos macedonios.
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Y Macedonia pronto
se corrompería, Casandro.
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La riqueza en grandes cantidades
atrae a los cuervos.
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No para los hombres
que han luchado, espero.
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Les pagaremos bien,
Antígono,
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pero no como a mercenarios
por servicios futuros.
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Hablas como Filipo.
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Filipo no vio nunca Babilonia.
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No, no la vio, Hefestión.
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¡Hola!
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Ya sé que me consideras
un viejo estirado.
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Pero, olvidando
nuestras diferencias,
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que sepas que en este día tu padre
se sentiría muy orgulloso de ti.
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Gracias, Parmenión.
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Te ruego que me perdones
mi propia ira, mi orgullo.
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También me ciegan.
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Sí, nosotros,
los nietos de pastores,
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ahora gobernamos 5 millones
de km. Cuadrados.
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Pero...
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ninguno de vosotros teme
que esta gran fortuna
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pueda conducirnos a todos
a la destrucción.
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Nos sobrevaloras.