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Y me llamas testaruda.
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Seguramente no estás aquí para forzarme a volver y ser como tú?
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Si creyera que hay una oportunidad de forzarte, pero por supuesto eso nunca sucederá.
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Eres más que bienvenida para regresar a casa y volver a ser mi hija en cualquier momento
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y además comenzaría a compartir mi poder y mi responsabilidad contigo, si lo haces.
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No es que te importe.
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Qué es entonces?
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Qué es, la cosa... la cosa que no te gusta de mí?
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Fue una palabra que usaste lo que me provocó.
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Me llamaste arrogante.
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Por saquear, como si fuera un derecho divino. Llamaría a eso arrogante, papá.
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Pero eso es exactamente lo que no me gusta de ti.
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Eres tú quien es arrogante.
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Es eso lo que viniste a decirme?
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No soy yo quien da el veredicto, papá. Eres tú.
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Tú no das el veredicto, porque te compadeces de ellos.
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Una niñez necesitada y un homicidio, no es necesariamente un homicidio, correcto?
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A lo único que puedes culpar es a las circunstancias.
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Violadores y asesinos pueden ser las víctimas, de acuerdo contigo.
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Pero yo, yo los llamo perros,
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y si lamen su propio vómito, la única forma de detenerlos es con el látigo.
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Pero los perros sólo obedecen a su propia naturaleza.
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Entonces por qué deberíamos perdonarlos?
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A los perros se les puede enseñar muchas cosas útiles,
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pero no si los perdonamos cada vez que obedecen a su propia naturaleza.
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Entonces soy arrogante. Soy arrogante porque los perdono?
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Mi Dios..