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Por último, sólo le pido
que jamás me mienta.
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- ¿Entiende, Sr. Armstrong?
- Jamás le mentiré.
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Mira este desastre
en el que estoy contigo.
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- Ya basta. Por Dios.
- Por Dios, quisiera poder descansar.
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En lugar de ser tu enfermera,
me gustaría...
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¡Nunca te pedí que fueras
ninguna enfermera!
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¿O sí? ¿Qué quieres que haga?
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¿Crees que le pedí al Señor
que me diera diabetes?
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- ¿Por qué hablas del Señor?
- ¿Eso es lo que crees?
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- Sólo vete.
- No, yo no me iré. ¡Tú vete!
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¡ésta es mi casa! Y cuando te vayas,
¿quién va a cuidarte? ¿Tú?
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¿Jamal?
¿No tiene una esposa y un bebé?
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Y sé que piensas que tu hijo
Jack está pensando en ayudarte.
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Él sólo piensa en el dinero.
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Lo único que te hará feliz a ti...
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...es que me amputen las dos piernas.
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Así que consigue un serrucho...
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...y ahórrale al doctor
muchos problemas.
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¡Será mucho más barato, Lottie!
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¡Córtalas!
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¡Bueno, consigue
un maldito cuchillo...
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...y lo haré!
- Basta.
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- ¡Trae un cuchillo!
- ¡Mamá!
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- Ya no sé qué hacer.
- Sabes que él está enfermo.
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No debiste oír eso.
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- ¿Qué tal?
- Hola.
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Estoy acá con esa gritería...
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Sí.
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Esas discusiones...
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...son malas para mi presión alta.
- Sí, lo son.
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Siento que tuvieras
que oír eso, hijo.
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No es nada nuevo.
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Jamal y yo solíamos despertarnos
contigo y mamá...
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...gritándose, peleando.
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Sí, me avergüenzo de eso, pero...
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...tú sabes, entre un hombre
y una mujer...
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Pero aunque no lo creas...
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...tu madre y yo aún
nos amamos profundamente.
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¿Puedes creerlo?
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- Nos amamos profundamente.
- Lo sé.