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Recuerdo haber visto a Bob
más tarde esa noche...
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con aspecto triste, como si no hubiera...
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No había logrado expresar
lo que quería.
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No quería sentirse limitado.
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Quería hacer algo
con la Butterfield Blues Band.
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Y era genial.
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Todas las noches, tras los conciertos,
la gente del festival tenía una fiesta.
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Y Bob estaba sentado en la esquina...
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supongo que pensando
en qué había pasado.
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Dije: "Hola, Bob. ¿ Quieres bailar?"
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Me miró y dijo:
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"Bailaría contigo, María,
pero me queman las manos".
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Fue un comentario enigmático,
pero de algún modo comprendí...
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exactamente Io que quería decir.
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Así que dije: "Vale, tío", y le dejé solo.
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¡Queremos a Dylan!
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Un par de meses después
tocó en Forest Hills.
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Allí la primera parte fue acústica
y la segunda rock 'n' roll.
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La parte eléctrica: Silencio, abucheos.
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Al menos 15 ó 20 chicos
se subieron al escenario.
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Había alguien,
dos o tres veces durante un número,
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que se subía al escenario
y corría entre los músicos.
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Y una increíble animadversión
en el público.
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Fue el único concierto
en el que he estado donde...
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esa animadversión era tan fuerte
que te sentías un poco amenazado...
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si aplaudías, cosa que hice.
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Cuando tocamos en Forest Hills,
Like a Rolling Stone era número uno.
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Así que cuando tocamos
Like a Rolling Stone,
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dejaron de abuchear
y empezaron a cantar.
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Y cuando terminamos,
volvieron a empezar a abuchear.
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Me pareció genial.
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Me gustó.
Pero en la fiesta posterior al concierto...
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Bob vino corriendo hacia nosotros,
nos abrazó y dijo:
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"Ha sido fabuloso. Ha sido genial.
Era como un carnaval".
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Ha sido fantástico.
Disfrutó del concierto.
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Ha sido fantástico.
Disfrutó del concierto.
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Los abucheos no... Yo tenía
una perspectiva de los abucheos.