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Nos hemos ocupado de todo eso,
Sr. Preysing.
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El portero de noche se ha ido. Llega tarde.
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He estado toda la noche en la clínica.
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- Mi mujer, pobrecilla.
- ¿Aún no ha nacido la criatura?
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No, pero no debo dejar que interfiera
en mi trabajo.
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- ¿No olvidará eso?
- No, señor.
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- Ya me voy.
- Sí, doctor.
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- ¿Qué es esto?
- Un asesinato en la 166.
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¿ Un asesinato? ¿Quién?
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El empresario Preysing
mató al barón von Geigern.
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¡Cielos! ¿Por qué?
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- No lo sé.
- ¡ Es horrible!
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- Era un buen tipo.
- Dicen que era un ladrón.
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No me lo creo. Era un verdadero caballero.
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Conozco a la gente.
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Estoy tan cansado
que no veo más allá de mis narices.
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Dos noches sin dormir,
todo el día aquí y ahora este asesinato.
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¡Alto! ¡De frente!
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- Buenos días.
- Buenos días.
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Enseñen las manos. Manos. Las palmas.
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- Cámbiese los guantes.
- Sí, señor.
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- Abajo.
- Retírense.
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Qué pena me da lo del barón.
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Siempre se sentía uno mejor
cuando venía.
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- Siempre amable, un tipo muy agradable.
- Le diré algo curioso al respecto...
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Silencio. Buenos días, señora.
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¿Adónde lleva a ese perro?
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- Al barón von Geigern.
- Démelo a mí.
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Será mejor que se ocupe de este perro.
Era del barón.
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Sí, señor.