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¿Es usted la Srta. Bailey?
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Uno de nosotros tiene que serlo.
- Soy la Srta. Bailey. ¿Y usted?
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El profesor Wagstaff. ¿Y usted?
- ¡La Srta. Bailey!
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¡Con que sí!
¡Creía que me podía engañar!
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¡Tiene que renunciar a mi hijo!
- ¿Cómo?
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ÉI es todo Io que tengo, quitando
un cuadro de George Washington.
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Pero... - ¡Miente! ¡ÉI ya no es
más que la sombra de sí mismo!
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¡Está echando a perder al muchacho!
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¿Le dijo que tiene ojos bonitos?
- ¡Sí!
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A mí también.
¡Se Io dice a todo el mundo!
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Podría quedarme todo el día aquí
sentado si Vd. No se levantara.
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¡Rápido, váyase! ¡Por esa puerta!
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¡No quiero hielo!
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¿Quién era? - El hombre del hielo.
- ¡Cuénteselo a su abuela!
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¡Los hombres del hielo me dejan frío!
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Aquí...
- ¡Por fin te pillé!
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¡Estás liado con esta mujer!
¡Qué vergüenza!
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¡Quitarle la novia a tu padre!
- Papá... - ¡Vete inmediatamente!
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En cuanto Io arregle todo, podrás
venir a cenar. Yo vendré contigo.
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¡Ven conmigo!
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¡Una luz que guíe
a mi hijo descarriado!
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¿Oónde estábamos?
¡Ah, sí, en sus rodillas!
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¡Y se estaba de cine!
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¡Rápido! ¡Fuera de aquí!