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Mis pretendientes suelen venir en óleo.
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Y yo los guardo,
porque me gusta un buen cuadro.
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¿Por qué se esmeró en ridiculizarme?
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Toda esa charla idiota
sobre amor y belleza.
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Hizo latir mi corazón.
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Me hizo soñar y hablar como un tonto.
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Creí que lo entenderías cuando me vieras.
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Que había sido tan encantador ser mujer.
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No reina, sólo una mujer
en los brazos de un hombre.
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Sí, si hubiera dejado en paz mi corazón.
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Pero me enamoré de ti.
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Te amo, Antonio.
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Mira, la moneda que me diste
por ayudarte.
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He dormido con ella en la mano
cada noche.
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Perdóname por ser reina.
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¿Qué quieres de mí?
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¿Qué quiero?
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¿Qué?
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Quiero la habitación de la posada...
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la nieve que caía...
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el cálido fuego y las dulces horas...
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amado mío.
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Christina.
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Como usted dijo, milord.
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Salgan a las calles.
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Hablen con sus conciudadanos.
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Explíquenles.
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Lo haremos, Su Señoría.
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Es por el bien de Suecia.
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Sí, milord.
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¿Entienden nuestro objetivo?
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¿ Y nuestro motivo?
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Sí, Su Señoría.
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Estamos felices de servir a Suecia.
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Les digo, Suecia enfrenta
el mayor peligro en su historia.
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Mayor que la guerra.
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Es un peligro que se esconde
en los consejos supremos de la nación...
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en el palacio mismo.
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En la habitación de la Reina.
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No, no acuso a la Reina de deslealtad.
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Pero está bajo un hechizo.
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El hechizo de la magia española.
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El español está aquí
con una petición de Felipe de España.