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Afortunada coincidencia.
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¿Puedo ayudarlo, Su Excelencia?
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Retire a sus mercenarios
y deje que siga mi camino a la embajada.
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No comprendo las insinuaciones
de Su Excelencia...
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pero no puedo comprometer
nuestras buenas relaciones con España.
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Por lo tanto, debo insistir en brindarle
mi protección y escolta personal.
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Un caballo.
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¿La misma protección
que se le ofrece a un prisionero?
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Para su propia seguridad.
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Ve a la embajada, Pedro.
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Lo odias.
Has iniciado este motín contra él.
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Está a salvo, Su Majestad,
sin mi intervención...
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no lo estaría.
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Tráigalo de inmediato.
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Lo haría con gusto,
si pudiera correr el riesgo.
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Las calles están peligrosas.
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Sólo hay un camino seguro
para el señor Antonio...
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que firme su pasaporte de regreso.
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Es usted un celoso advenedizo, Magnus.
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No puede tolerar que lo ame.
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Si soy un advenedizo, Su Majestad...
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me regocijo, pues es a usted
a quien debo mi ascenso.
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Y estar celoso de Antonio es
una forma noble de patriotismo.
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Esto es peligroso para usted, Magnus.
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¿Se da cuenta de cuán peligroso?
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Máteme.
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Si yo muero, él muere.
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Mis órdenes están en buenas manos.
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Es inevitable, Su Majestad.
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Él o yo.
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Prepare el pasaporte
para el enviado español.