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Yo tampoco podía dormir.
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Recuerdo cuando me trajo...
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hasta el trono, siendo niña.
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Su padre y usted...
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ustedes dos han sido mi vida.
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Si ahora usted fracasa, yo fracaso.
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Esa es una gran responsabilidad para mí.
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He crecido a la sombra de un gran hombre.
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Toda mi vida he sido un símbolo.
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Un símbolo es eterno, inmutable...
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una abstracción.
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Un ser humano es mortal y cambiante...
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con deseos e impulsos...
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esperanzas y desesperanzas.
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Estoy cansada
de ser un símbolo, Canciller.
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Deseo ser un ser humano.
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Es un deseo que no puedo ahogar.
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Y sin embargo, debe hacerlo.
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Lo hará.
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Su mano está sobre usted. La del Rey.
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Siempre lo he escuchado
con respecto, Oxenstierna.
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A nadie respeto en este reino
tanto como a usted.
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Sin embargo, algo en mí grita
que no puede ser cierto...
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que uno debe vivir para sí mismo.
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Después de todo, Canciller...
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la vida es lo único que uno tiene.
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Sí, Su Majestad...
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es lo único.
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Por eso, debe entregarla
en aras de su deber.
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La grandeza lo exige todo.
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¿Soy grande, Canciller?
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Me siento tan pequeña e indefensa...
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e inútil.
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Sí, Su Majestad, cuando está sola.
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Pero mañana...
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cuando este gran recinto esté lleno
del orgullo de su reino...
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estará a la altura de la situación.