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Nunca encajará
en nuestros retorcidos puntos de vista
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porque es honesto,
sincero y muy bueno.
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¡Si él está loco, al resto nos tendrían
que poner camisas de fuerza!
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- Esto es absurdo. ¡Está enamorada!
- ¿Qué importa eso?
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- Está enamorada, ¿verdad?
- ¡Sí!
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Su testimonio no es válido.
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Es propio de las mujeres
el instinto de protección al débil.
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No es que nadie le quiera.
Yo mismo le aprecio mucho.
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- Pero eso no quiere...
- Confirmo lo dicho por la Srta. Bennett.
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Soy su editor. Me contó
lo buena persona que es ese hombre.
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Estoy de acuerdo
con lo que dice Babe Bennett.
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Si tiene algo que decir, suba al estrado.
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Ya lo he dicho. Sólo quería aportar
mi granito de arena.
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No sea idiota y hable.
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- Yo también tengo algo que decir.
- Siéntese.
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- He estado con él desde que llegó.
- ¡Siéntese! Nada de interrupciones.
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- ¿Qué ocurrirá con nosotros, Sr. Deeds?
- ¿Qué pasará?
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- ¡Orden!
- ¡No nos abandone ahora!
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Intentan atraparle.
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- Acabe con esto.
- ¡Orden!
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¡Orden!
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En interés del Sr. Deeds, he consentido
demasiadas informalidades.
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Pero si se produce otro alboroto,
desalojaré la sala.
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- ¿Señoría?
- ¿Sí?
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Quisiera aportar mi granito de arena.
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Suba al estrado.