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Soy sóIo un chico sencillo con
la leche aún en los labios.
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Con muchas tonterías sobre los ideales
americanos. Un montón de tonterías...
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- Escucha, senador...
- Este mundo es nuevo para mí.
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¿En qué puede creer uno?
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Cuando un hombre como el senador
Joseph Paine se levanta y jura...
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...que le he robado a niños
peniques y centavos.
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Un hombre al que he admirado
e idolatrado toda mi vida.
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Hay muchas quimeras.
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Algunas grabadas en piedra que
hombres como Paine pusieron ahí...
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...para que imbéciles como yo
pudiésemos leerlas.
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Y luego averiguas Io que esos
hombres hacen en realidad.
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Me marcho de la ciudad en seguida.
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Lejos de las palabras, los monumentos
y este espectáculo corrompido.
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Lo entiendo.
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- ¿Qué va a contarle a los chicos?
- La verdad.
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Lo sabrán antes o después.
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No creo que vayan a creerlo.
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Están obligados a mirarlo enfadados
y decir:
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"Jeff, ¿qué has hecho? ¿Dejarlo?
¿No hiciste nada para arreglarlo?"
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¿Qué quieres que haga?
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Un partidario honorario como yo
contra los Taylors y los Paines...
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...las tramas y las mentiras.
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Su amigo, el Sr. Lincoln, tuvo
a sus Taylors y a sus Paines.
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Y cualquier hombre que intentó
llevar a cabo sus ideas.
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Las tramas nos los detuvieron
y por ello eran locos.
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Todo el bien en este mundo viene
de locos con fe.
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No puedes abandonar. Tú no.
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No son todos Taylors y Paines. Eso
son sóIo sombras grandes.
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No tenías sóIo fe en Paine o en otro
hombre. Era más grande que eso.
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Tenías una rectitud simple,
decente y sencilla.