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Nuestra nueva faja.
Con cremallera detrás y sin ballenas.
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-¿Abrirá una cuenta?
-Sí, por favor.
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-¿Su nombre?
-Crystal Allen. Hotel Viceroy.
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¿Tiene otras cuentas?
¿En Saks, Bergdorf, Cartier?
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-Las abriré pronto.
-Entonces, ¿me dice cuál es su banco?
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No tengo cuenta bancaria tampoco,
por ahora.
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Disculpe, pero necesitamos
una referencia comercial.
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Seguro. El Sr. Stephen Haines.
Es un viejo amigo de la familia.
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Eso bastará.
La Sra. Haines es una buena cliente.
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-Por cierto, aún no la conozco.
-Es adorable.
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Sí, seguro. Preferiría que no le dijera
que di a su esposo como referencia.
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-¿Le importaría?
-Claro que no, Srta. Allen.
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-Gracias.
-Entendemos.
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-¿Qué quiere decir con ''entendemos''?
-Es decir...
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-No importa.
-Espero que no piense que...
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No, está bien.
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Es horrible vivir sola
en una ciudad extraña.
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Una debe estar atenta
para evitar malas interpretaciones.
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No conozco a la Sra. Haines aún...
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...y odiaría dar un mal paso
antes de conocerla socialmente.
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Naturalmente. Las mujeres
son peculiares ante cosas así.
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Espere. Ese suéter azul...
¿Me ayuda con la cremallera?
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¿El suéter azul todo bordado que vi?
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¿El negligée azul?
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-¿Me lo trae?
-Claro.
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-Le queda muy bien, Sra. Haines.
-Sí. Es linda, ¿verdad?
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-¿Pasa algo?
-No. Es encantador.
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-¿Puedo pasar?
-Le traeré su sombrero.
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Siéntate, Sylvia.
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-¿Por qué no confías en mí?
-No te metas en mis asuntos, por favor.
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No lo haré. Si crees que dejaré
que evadas la realidad, estás equivocada.
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Eres la única en Nueva York
que no lo sabe.
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Howard dice que Stephen no va al club
desde hace semanas.
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Vete.
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Muéstrale ese modelo a la Sra. Allen, ahí.
Su sombrero, Sra. Haines.