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Precisamente
para eso son los divorcios.
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Tonterias.
Tú tienes la idea anticuada...
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...de que los divorcios
duran eternamente.
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Hasta que la muerte
nos separe.
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Pero hay divorcios
que no significan nada, Hildy.
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No son más que unas palabras
masculladas por un juez.
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Hay algo entre nosotros
que nadie puede cambiar.
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Creo que en cierto modo
tienes razón.
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Claro que la tengo.
-Yo te sigo apreciando, ¿sabes?
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¡Estupendo!
-Si no fueses tan granuja.
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Soy un granuja, ¿eh? ¿Por
qué no se lo dices a mi madre?
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¿Por qué prometiste
no oponerte al divorcio e...
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...hiciste todo lo posible para
que se tramitase lentamente?
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Reconozco que te lo prometí,
pero ya sabes lo que pasa.
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Nunca echas de menos el agua
hasta que el pozo se seca.
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¿Qué me dices de aquella idea...
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...de alquilar un avión
para escribir en el cielo?
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"Hildy, no te apresures,
acuérdate de mi lunar. Walter".
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Eso retrasó nuestro
divorcio veinte minutos.
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Bueno, no me gusta presumir.
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Pero sigo teniendo el lunar
en el mismo sitio.
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Mira, Hildy, me comporté
como cualquier marido...
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...que no desea ver hundirse
su hogar.
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¿Qué hogar?
-¿Qué hogar?
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¿No recuerdas el hogar
que te prometí?
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Pues claro.
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El que íbamos a tener después
de nuestra luna de miel.
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La luna de miel.
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¿Fue culpa mía el no saber que
la mina se iba a hundir?
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Yo pensaba pasar la luna de miel
contigo, te lo aseguro, nena.
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Lo único que yo sé es que
en vez de dos semanas...
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...en Atlantic City
con mi marido,...
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...me pase dos semanas
en una mina de carbón...
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...con John Cafky.
No irás a negar eso, ¿verdad?
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¿Negarlo? Me siento orgulloso.
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El país entero nos felicitó
por aquellos artículos.
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Sí, supongo que sí.
Pero yo no me casé para eso.
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¿Para qué seguir hablando?
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Walter, yo sólo he venido
para decirte...
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...que dejes de llamarme
doce veces cada día.
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Que dejes de mandarme
veinte telegramas.
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Son unos telegramas muy bonitos.
Todo el mundo lo dice.
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¿Vas a escuchar
lo que tengo que decirte?
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Mira, ¿por qué discutir, Hildy?
Hagamos una cosa.
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Vuelve a trabajar
en el periódico...
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...y si no podemos llevarnos
de una forma amistosa,...
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...nos casamos otra vez.
-¿Qué?
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Lo que oyes.
Yo no estoy resentido.
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Walter,
eres algo estupendo...
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...en el sentido despreciable,
claro.
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Y ahora haz el favor
de callar...
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...para que yo pueda decirte
lo que he venido a hacer.
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Podemos almorzar juntos.
-Ya estoy invitada.
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Pues di que no vas.
-No puedo hacerlo.
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Sí que puedes.
-Quítame las manos de encima.