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reapareciendo el de cuando era niño.
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Era verde, rebosante de vida.
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En toda Gales no había uno más hermoso.
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Todo lo que aprendí de joven
me lo enseñó mi padre,
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y he descubierto que en nada se equivocó.
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Las lecciones que me enseñó
permanecen tan claras en mi mente
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como si las hubiera aprendido ayer.
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En aquellos días, la escoria,
los residuos de las minas de carbón,
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apenas empezaban a cubrir
la ladera de nuestra montaña.
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No lo sufiiciente como para arruinar
o mancillar la belleza de nuestro pueblo.
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Las minas tan sólo empezaban a extender
sus largos dedos negros por el valle.
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Incluso ahora puedo oír
la voz de mi hermana Angharad.
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¡Huw!
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¡Angharad!
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Mi padre y mis hermanos eran mineros
y estaban orgullosos de su ofiicio.
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- Gwilym Morgan, tres libras con siete.
- Gracias, señor.
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lanto Morgan, tres libras con siete.
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Ivor Morgan, tres libras con siete.
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Davy Morgan, dos libras con cinco.
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Owen Morgan, dos libras con cinco.
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Gwilym Morgan hijo, una libra con diez.
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Si alguien rompía a cantar,
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el valle resonaba
con el sonido de muchas voces.
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Las canciones son para mi pueblo
lo que la vista es para los ojos.