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Resultaba extraño
ver a los hombres de día en la calle.
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El miedo se palpaba.
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El humor de los hombres empeoró
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cuando sus estómagos vacíos
y su desesperación se imponían a la razón.
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Cualquier hombre que no fuera considerado
un amigo se convertía en enemigo.
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Ellos sabían que mi padre
se había opuesto a la huelga
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y ahora eran ellos quienes se oponían a él.
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Huw, los hombres van a reunirse
esta noche en la colina, ¿verdad?
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- Sí, mamá.
- Me llevarás allí.
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No, mamá. No es lugar para mujeres.
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Será lugar para esta mujer
esta noche... Lo juro.
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Esperad. Tenéis que oírme.
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Soy Beth Morgan, como bien sabéis.
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He venido a deciros lo que pienso
de vosotros, ya que criticáis a mi esposo.
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Sois unos cobardes por ir contra él.
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Él nunca ha hecho, ni haría,
nada que os perjudicara.
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No sé cómo podéis sentaros
junto a él en la iglesia, hipócritas.
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Afirmar que está del lado de los patrones
no es sólo absurdo, sino ruin.
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Sólo diré algo más.