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Ashland Avenue,
detrás de los corrales.
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Y allí he vivido hasta
que conseguí esto.
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Fue como un milagro.
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Me arrancó del barrio sur para
instalarme en el barrio norte.
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Fue mi pasaporte...
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...desde el establo
hasta las avenidas del centro.
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Me dio todo lo que he deseado...
hasta ahora.
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Olvídate de los suburbios.
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- ¿Qué te parece una partidita Ritt?
- ¿Cómo? Por mí encantado.
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- Pónmelo.
- Connie, yo se lo colocaré.
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Venga Ritt.
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- ¿Cuánto le debo Kovac?
- Doce mil pavos.
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- No cante victoria amigo, me resarciré.
- Usted da.
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- Parecen cubitos de hielo.
- Ojalá lo fueran.
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En realidad no son más que
unos pedacitos de carbón...
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...cristalizados a fuerte presión
y gran temperatura.
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- Pues sí, si lo mira como científico.
- Soy un gran entusiasta de la ciencia.
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Las lágrimas por ejemplo. No son más que
H2O con unas gotitas de cloruro sódico.
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Usted le gusta,
pero odia la pulsera.
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- Tendrá que desprenderse de ella.
- ¿De la pulsera?
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La he llevado durante 15 años
y sólo me ha dado buena suerte.
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Pero a él le horroriza.
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Por nada ni por nadie en el
mundo me desharía de ella.
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En los buenos tiempos había
un sitio en Boston el Young's Hotel...
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...que tenía el mejor
restaurante del mundo.
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No sería mejor que el Henrys
Coffees House en Chicago.
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Que el Buckveinders de Filadelfia,
allí sí que se comía.
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En Munich hay un sitio que se llama
Lorber's. Daban carne asada a la cazuela.