Monsieur Verdoux
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Desgraciadamente, yo lo era.
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El resto es historia.
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El hogar de la familia Couvais,
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comerciantes de vino
en el norte de Francia.

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¿Jean?
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¿Qué?
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El cartero,
una carta de tu hermana, quizás.

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Sí, quizás.
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¿No podrías
dejar el libro e ir a ver?

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¡No!
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¡No le hables así a tu hermana!
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Cierra la boca, hay corriente.
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- ¡Haz lo que te dicen!
- No piensa obedecer, Phoebe.

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- ¡Debería!
- ¿Y quién me va a obligar?

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Si tu padre viviera,
él se encargaría.

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Aparta esos enormes pies,
están por todas partes.

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¿Y qué me dices
de tus submarinos?

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¡Levanta! ¡Obedece!
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Díselo a tu marido, estoy leyendo.
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No te molestes,
ya voy yo, Carlotta.

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¡Mira lo que has hecho!
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¡Si hubieras ido tú
no habría pasado eso!

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Está bien, abriré yo.
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- Coge esto.
- Phoebe, podrías tener más cuidado.

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Ha sido sin querer.
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- Mira por donde vas.
- ¡Deberíais mirar las dos!

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- Yo no he hecho nada, ha sido Lena.
- Está bien, no grites.

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¿Qué pasa...?
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- ¡Vieja tonta!
- No me hables así, no soy tu mujer.

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No,
con una en la familia es suficiente.

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¡Si no estás contento,
ya sabes lo que puedes hacer!


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