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Así que primero debe casarlos
el burgermeister de Heidelberg...
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y luego deben venir a mí
y después al pastor de Henri.
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- Son tres veces.
- ¿Tres?
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¿Sabía que en China
los novios sólo beben té...
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del mismo tazón y se acabó?
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¿Eres chino, Henri?
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- Claro que no lo soy.
- Eso creía. Yo no lo soy.
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- ¿A qué viene eso?
- Dijiste algo sobre beber té.
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- Lo sé, le hablaba al capellán--
- Yo beberé té contigo, si quieres.
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- ¿Eso quieres?
- Basta, basta.
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- Qizá no debería casarme.
- Aún puedes decir que no, Henri.
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- Iremos a ver al burgermeister.
- Les estaré esperando.
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- Gracias.
- No le haga ningún caso.
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- De acuerdo.
- Adiós.
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Adiós.
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Han decidido vivir juntos
el resto de sus vidas.
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¿...y renunciando a todos los demás...
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prometes serle fiel
mientras vivan los dos?
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- Sí.
- ¿Qieren juntar sus manos derechas?
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Henri, ¿quieres repetir conmigo?
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Yo, Henri...
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te tomo a ti, Catherine...
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como mi legítima esposa.
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- Qiere el anillo.
- No lo tengo.
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Toma.