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¿ Ves algo?
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Todo, nada.
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Nunca tuvimos ese problema en Química.
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Ya no tiene que preocuparse por mí.
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Pueden matarme,
pero no pueden comerme.
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Son las reglas de la guerra, ¿sabe?
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Bien.
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Avísame si ves algo, ¿sí?
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¡Abajo los infantes de marina!
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¿Cuánto durará esto?
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Ya llevamos una semana aquí.
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Estás loco.
Sólo hemos estado aquí tres días.
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Lunes...
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martes...
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miércoles y jueves.
Ambos están mal.
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Son cuatro días.
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¿Qué importa?
Cuatro días o una semana.
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Si nos quedamos lo suficiente,
puedo preparar la malta...
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y echar a andar el alambique.
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Por la noche, cuando no podemos
disparar, nos quedamos de guardia.
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Ah, los infantes de marina
nunca descansan.
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¿Cuál es el alcance
de tu radio?
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Depende.
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Trata de comunicarte
con el buque insignia.
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- ¿Pido con el almirante?
- No. Con el cocinero.
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Quiero darle la receta de esto.
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No puedo ser egoísta.
Debo compartirlo con la armada.
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¡Muérete, infante de marina!
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Tú lo dijiste, amigo.
No puedes confiar en ellos.
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- ¿Cuál es el chiste?
- Que yo esté aquí.
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- Qué chiste.
- Sí, qué chiste.
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En enero de 1 942,
estaba boxeando en L.A.
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El coronel de la infantería de marina
me pidió que les diera una exhibición.
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Y lo hice.
Estaba caminando por el campamento...