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Al centro. ¡Pise el acelerador!
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¿Dónde está tu madre? - Ha llevado
al tío Elwood al sanatorio.
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Acaba de llamarme al club,
está histérica. ¿Y el teléfono?
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En la biblioteca. Pero, ¿qué ha pasado?
- No sé, no he entendido una palabra.
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Pero parecía enfadada.
¿Cuál es el número del sanatorio?
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Ahora lo busco.
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Sólo tenía que internar al tío.
- Será eso, a mí no me gusta la idea.
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Elwood siempre me cayó bien. Hubiera
podido hacer y ser cualquier cosa.
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Pero lo único que hizo fue buscarse un
conejo. - Lo ha traído mucho a verme.
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Soy viejo, pero me entero de mucho.
- ¿Cómo se llama el sanatorio?
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"Retiro Chumley". Elwood tenía todo:
inteligencia, personalidad y amigos.
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Le caía bien a hombres y a mujeres,
y a mí también. - ¿Mujeres? ¿Mi tío?
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¡Madre!
- ¡Myrtle! - ¡Veta Louise!
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¿Qué ha pasado, chica?
- Creí que no volvería a veros.
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¡Sujétela, juez, creo
que va a desmayarse! - ¡No tan rápido!
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Dejad que me siente en algún sitio.
- ¡Tráele un té!
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Te traigo un té.
- No, no quiero té.
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En cuanto se dieron la vuelta, salí
corriendo como un conejo asustado.
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Dh, no he querido decir eso.
Ya no sé lo que digo.
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Dejad tan solo que esté sentada
y recupere el aliento,
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y después me iré a mi cama
a descansar.
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¿Qué te ha pasado, madre?
- ¡Dmar, quiero demandarles!
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Me han encerrado a mí
y dejado ir a Elwood.
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Cuando iba a sacar las cosas
de Elwood del taxi,
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vino ese hombre horrible, un blanco
traficante de esclavos, seguro.
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Llevaba uno de esos trajes blancos,
así es como se dan a conocer.