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Silencio por favor. A ver
si nos entendemos.
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Silencio ahí al fondo.
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Norma Desmond viene a
ver al Sr. DeMille.
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Bajen un poco la luz,
para que pueda ver esa zona.
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Un poco más atrás.
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Soldado, quítate del medio.
Vosotros los del fondo.
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Norma Desmond viene a
ver al Sr. DeMille.
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¿Norma Desmond?
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Espere un momento.
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Henry Wilcoxon, saca la espada
y mira hacia la cámara con ella.
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Sansón yace inconsciente
allí.
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Norma Desmond quiere verle
Sr. DeMille.
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- ¿Norma Desmond?
- Debe tener un millón de años.
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Entonces cuántos tengo yo.
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- Podría ser su padre.
- Lo siento mucho, Sr. DeMille.
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Debe ser sobre ese
horrible guión suyo.
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¿Qué puedo contarle?
¿Qué le digo?
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Podría decirle que está encerrado
en la sala de proyecciones.
Se la quitaré de encima.
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Ya se la quitaron de encima sus millones
de admiradores. ¿No es suficiente?
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- No quise decir...
- No, desde luego.
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Usted no conoció a Norma Desmond
cuando era un encanto de 17 años...
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con más coraje
inteligencia y corazón...
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que reunió nunca
ninguna joven.
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Tenía entendido que era
un suplicio trabajar con ella.
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Sólo al final.
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Sabe, el sentirse acosado continuamente
por una docena de periodistas...
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puede causar un daño irreparable
al espíritu humano.
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Cortamos un momento.
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- ¿Quieres acompañarme?
- No, prefiero esperar aquí.
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Es tu guión, tu espectáculo.
Que tengas suerte.
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Gracias, cariño.
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Cómo estás querida Norma.
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- Hola, Sr. DeMille.
- Me alegro de verte.
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La última vez que nos vimos
fue en un sitio muy alegre.
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Recuerdo que le saludé
desde la mesa en que estaba bailando.
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Mucha gente bailaba.
Lindberg acababa de aterrizar en París.
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Vamos pasa.