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Pero Cleandro, Calígula
viene hoy a comprar gladiadores.
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- ¿Y qué?
- Se llevará al griego por nada.
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- Vale 1.000 piezas de oro.
- Vale su peso en carne para perros.
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- Por favor.
- Gladiador. Ya me has oído.
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Animal. ¡Animal!
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¿Has oído lo que ha dicho?
Carne para los leones.
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- Lo siento. ¿Qué decías?
- No hay nada más que decir.
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Después de lo de anoche,
no me oirás decir ni una palabra.
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Y delante de mis amigos. Ya sé que estabas
como una cuba, pero eso no es excusa.
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¿No te das cuenta de que me has convertido
en el hazmerreír de Roma, Marcelo?
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Marcelo Galio.
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No creas que no voy a hablar de ello.
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- Pienso hacerlo.
- Sí.
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Me alegro de verte, Marcelo.
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Yo también me alegro
de verte, otra vez.
:06:09
Entonces me recuerdas.
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Sí, claro. Déjame ver, fue el...
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Y tu promesa,
¿también la has olvidado?
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¿Qué promesa?
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La de casarte conmigo.
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¿Estaba borracho?
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Eso no es muy halagador, Marcelo.
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Si me dijeras cuándo se supone
que lo dije, las circunstancias...
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Las recuerdo perfectamente.
Me corté un dedo y lloré.
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Cogiste una daga, te cortaste un dedo
y me enseñaste que en realidad no duele.
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Después me diste un beso
y dejé de llorar,
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y luego me prometiste que te casarías
conmigo cuando fuéramos mayores.
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Diana.
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- ¿Qué les ha pasado a tus pecas?
- Han desaparecido.