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- Te recogeré mañana al mediodía.
- ¿Al mediodía para ir a cenar?
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Lleva tiempo llegar allí. Vamos a
mi restaurante preferido: el Café Cubano.
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¿Dónde está?
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- En La Habana.
- ¿La Habana, Cuba?
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- ¿Qué otras Habanas hay?
- ¿Quiere llevarme a cenar a Cuba?
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- Bueno, en Cuba comen como nosotros.
- ¿Por quién me toma, por una taruga?
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- Isaías está en el otro lado.
- Fuera.
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¿Qué vale una docena de auténticos
pecadores listos para la salvación?
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¿Qué vale para ti? ¿Una ensalada
de pollo en un salón de té?
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Una última cosa, sargento.
No quiero irme de esta sala
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pensando que estás enfadada porque
un pecador malicioso se ha insinuado...
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- Lo que yo piense no es asunto suyo.
- ..a una virtuosa señorita.
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Cualquier pensamiento pecaminoso
que haya en esta sala es tuyo, no mío.
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Tiene razón.
Sólo soy una chica neurótica y reprimida,
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y he leído libros sobre el tema,
que se siente atraída por el pecado,
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y por tanto siente miedo de él. No es
el primer hombre que intenta esa vía.
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Me alegra saber que no soy el primer
hombre que intenta cualquier vía.
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- Ni siquiera se acerca.
- Imagino que habrás logrado
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bloquear cualquier acercamiento.
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Excepto un par de los que
usted no sabe nada, me temo.
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Bueno, por supuesto, yo sólo
conozco a los marginados sociales.
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¿Cómo lo intentan los integrados?
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¿Engalanados
con intenciones honorables?
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- Me pregunto cómo será.
- ¿Quién?
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El franco y honesto caballero,
de mentón bien afeitado,
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que ahora mismo, en alguna parte,
conoce la mejor manera de acercarse a ti.
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- ¿Cómo será?
- No será un jugador, eso desde luego.
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Podría nombrar mejor que tú
las cosas que no será, pero, ¿qué será?
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- ¿Cómo lo sabrás cuando te encuentre?
- No se preocupe. Lo sabré.