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-¡Los términos!¡Los términos!
-Los términos ya fueron...
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Para sellar esta alianza, he decretado un matrimonio real
entre Sir Griswold de Mackalwane y la bella Gwendolyn.
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¡Albricias!¡Albricias! Que aunque su seso es breve, aún
cuando la alacena esté vacía, tendrán su tonelada de carne.
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¿Quisiera intentar del otro
lado, Sire? Gracias, Sire.
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¿Qué dice nuestro galante Griswold?
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Sire, bella princesa: Desde hoy,
esta mano, este acero, este corazón,
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-existirán sólo por el amor de la dama...
-¡No gastes el resuello, Griswold!
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-No habrá ni alianza ni casamiento.
-¿Qué es esto?
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No puedo casarme con
Griswold, padre. Amo a otro.
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-¿Otro?
-Otro...otro...
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¿Qué son estas insensateces?
¿Cómo que amas a otro?
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Un milagro ha ocurrido, y cumplido todos mis
sueños. He hallado amor, padre. Amor verdadero.
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-¿Quién es?
-Alguien a quien he dado mi corazón y mi mano.
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Aquél que incluso ahora, lleva mi
pañuelo de seda junto a su pecho.
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-¿Cómo?
-¿Cómo? Su pecho palpita por pena o por pasión,
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pero el paladín que posea prenda
su pañuelo posee su corazón.
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-¿Quién es ese hombre?¡Su nombre!
-El hombre que amo es un hombre simple,
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pero noble de corazón.
¡Mi amado Giacomo!
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-¿Cómo?
-Su nombre, su nombre, cuya sangre ha de correr,
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Calienten el aceite, hay que hervirlo,
a este hombre llamado ¿Giacomo...?
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