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Es un error, Sire. No tengo
su pañuelo, no lo tengo...
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¡El pañuelo! ¡G-Gwendolyn!
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No, sire, G-Giacomo...
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¡No me protejas, dulce Giacomo!
Nuestro amor me da fuerzas.
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¡Amor por un simple bufón!
¡Llévenselo y cuélguenlo!
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¡Toca un cabello de su majestuosa
cabeza, y me tiro desde la más alta torre!
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¡Basta! ¿Cuánto insulto he de
soportar? Vengan, mis hombres.
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-¡Alto, sir Griswold! Tu honor será vengado.
-¿Cómo? Si ese infeliz fuera de noble rango,
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lo retaría a combate mortal.
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Pero no mancharé mi espada con
su miserable sangre plebeya.
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Tiene razón, Sire. Son
las leyes de la caballería.
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¡Que se cuelguen las leyes
de caballería! ¡Y tú también!
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-¡Ella se tirará!
-¡Vengan, mis hombres!
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¡Alto, sir Griswold! Te quedarás
hasta mañana. Así lo ordeno.
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-Hasta mañana, Sire.
-Tú, Gwendolyn, a tu alcoba.
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-Sé valiente, dulce Giacomo.
-¡Pónganle cadenas!
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¿No es fabuloso? Pasa del plan A
al plan B sin un momento de pausa.
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El hombre es un genio.
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Sir Griswold no tolerará este
insulto. Señores, a sus recámaras.
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Cavilen sobre el problema. Debemos
hallar una solución hasta mañana.
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¡Sire!
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¡Bienvenido, Sir Burton!
¿Viste al actuación del bufón?
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Cuando te envié a negociar con Giacomo, nunca
esperé tales resultados. ¿No es brillante?
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Lo es. Con una pequeña discrepancia:
¡Ese hombre no es Giacomo!
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-¿Qué?
-No conozco a este impostor,
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¡Pero le aseguro que éste no es el
Giacomo con quién negocié en Europa!