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-¡Ariane!
-¿Sí, papá?
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Ya que siempre te has interesado tanto
en mis asuntos...
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...veamos lo buen detective que eres.
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Sí, papá.
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Por ejemplo, consideremos
"El Caso del Armiño Escurridizo".
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¿"El Armiño Escurridizo"?
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El abrigo de piel.
El que guardo aquí para mi cliente.
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Ah, ése.
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¿Recuerdas dónde lo pusimos?
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¿Dónde lo pusimos? ¿En el armario?
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¿En este armario?
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-Sí, papá.
-Muy bien. Veamos.
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¡Vaya! ¿Qué tenemos aquí?
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¿Qué?
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¿Qué te parece?
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-Un violonchelo, papá.
-¡Claro! Ahora seamos lógicos.
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Si el violonchelo está
donde estaba el abrigo...
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...¿dónde supones que está el abrigo?
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-¿Dónde?
-Piensa.
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¿Dónde estaba el violonchelo?
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¿Aquí dentro?
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Veamos.
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¡Eres muy buena! ¡Bravo!
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Gracias, papá.
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Ahora indaguemos un poco más.
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¿Quién, en tu opinión,
lo hizo y cuál fue su motivo?
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Papá, ¿no crees que es suficiente
para una lección?
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Bien, Ariane, ¿por qué te lo Ilevaste?
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-No me lo Ilevé. Lo tomé prestado.
-¿Por qué?
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¿Por qué, por qué? Siempre "por qué".
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¿Por qué debo ser la hija de un detective?
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¿Por qué debo ser cuestionada,
interrogada, investigada?
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El motivo, por favor.
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Lo Ilevé al conservatorio
para enseñárselo a las chicas de clase.
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Porque nunca antes habían visto
un abrigo de armiño.
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Es todo lo que hay, papá. Ese es el motivo.
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Hiciste que pasara mucha vergüenza.
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Mi cliente vino a recogerlo
y casi se va con el violonchelo.